La situación a principios del siglo XIX
A principios de 1805 España se había visto forzada a establecer una alianza militar con la Francia Napoleónica. La descomposición, las intrigas, la corrupción, el debilitamiento moral, el relativismo y el abismo establecido entre las autoridades del momento y el pueblo español, había conducido a España a una posición absolutamente debilitada y subordinada a los designios imperialistas de Bonaparte.
Los enfrentamientos internos entre Carlos IV y el príncipe heredero, Fernando, el odio popular contra el primer ministro Manuel Godoy, la situación económica de bancarrota de España, etc. contribuían aún más si cabe a la posición de extrema debilidad institucional española.
En ese contexto geopolítico, las pretensiones de Napoleón de aislar y bloquear a Gran Bretaña tras su derrota de Trafalgar, contemplaban la necesidad de atacar a Portugal, tradicional aliado inglés, que se negó a cumplir con ese embargo económico promovido por Francia.
Para poder acceder por tierra al país vecino, le hacía falta la autorización de España para poder transitar por su suelo con los ejércitos franceses. Ante la debilidad comentada de nuestra nación, Napoleón impuso la firma del Tratado de Fontainebleau, por el cual se autorizaba la presencia en España de un ejército napoleónico de hasta 30.000 efectivos, que inmediatamente se convirtieron en 120.000, en un claro intento de invasión encubierta, consentida por las autoridades españolas de la época.
El 17 de Marzo de 1808, el pueblo asalta el Palacio de Godoy en Aranjuez, hecho que supuso la caída inmediata del valido, y la abdicación forzada del trono de España de Carlos IV a favor de su hijo Fernando. En esos momentos, Napoleón decide destronar por la fuerza a los Braganza en Portugal y a los Borbones en España para asentar en los dos países monarcas franceses y asegurar su alianza y la puesta de todos sus recursos demográficos, económicos y militares al servicio de Francia.
Llegadas las noticias de Aranjuez, en Madrid tienen lugar, el sábado 19 y el domingo 20 de marzo, numerosos disturbios populares en los que el pueblo madrileño toma las calles en apoyo a Fernando VII; numerosos inmuebles de personalidades afines al rey padre y a Godoy son asaltadas e incendiadas.
En Bayona, a la que ha hecho acudir a Carlos IV y a Fernando con engaños, Bonaparte hace abdicar a los dos de la corona de España que entregará a su hermano mayor, José Bonaparte. En Madrid, la presencia de más de 20.000 soldados franceses en actitud cada vez más arrogante y desafiadora, va encrespando los ánimos de los madrileños en los últimos días de abril.