El Empecinado
El pueblo, solo y casi sin armas se enfrenta a 20.000 soldados perfectamente pertrechados y entrenados para el combate. Las autoridades españolas impiden salir a combatir a la guarnición española de Madrid. Únicamente la colaboración de determinados oficiales del ejército, con los capitanes Daoiz y Velarde al frente, que abren el parque de Monteleón proporcionando los fusiles que allí se guardan con la munición correspondiente, permite al pueblo defenderse mínimamente de las tropas invasoras.
Durante cuatro horas, los franceses pierden el control de la ciudad, sufriendo más de medio centenar de bajas. La violenta represión francesa no hace más que extender el sangriento amotinamiento por toda la ciudad.
A las dos de la tarde el motín ha sido sofocado en sangre por más de 20.000 soldados franceses. En la lucha morirán y serán ejecutados ante los pelotones de fusilamiento imperiales 410 madrileños (de entre ellos 57 mujeres y 13 niños, también 40 militares españoles). Otros dos centenares largos serán heridos.
Días después serán conocidas las Renuncias Monárquicas de Bayona. El Gobierno español y los altos mandos militares acatarán la decisión. Sin embargo, el pueblo español y las autoridades locales y provinciales se rebelarán contra los designios del Emperador Napoleón, iniciando desde ese momento una ardúa, larga y complicada lucha por la INDEPENDENCIA de España, en el fondo, y casi sin saberlo, por la LIBERTAD, tal y como concluyó en una primera fase con las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.
Durante cuatro horas, los franceses pierden el control de la ciudad, sufriendo más de medio centenar de bajas. La violenta represión francesa no hace más que extender el sangriento amotinamiento por toda la ciudad.
A las dos de la tarde el motín ha sido sofocado en sangre por más de 20.000 soldados franceses. En la lucha morirán y serán ejecutados ante los pelotones de fusilamiento imperiales 410 madrileños (de entre ellos 57 mujeres y 13 niños, también 40 militares españoles). Otros dos centenares largos serán heridos.
Días después serán conocidas las Renuncias Monárquicas de Bayona. El Gobierno español y los altos mandos militares acatarán la decisión. Sin embargo, el pueblo español y las autoridades locales y provinciales se rebelarán contra los designios del Emperador Napoleón, iniciando desde ese momento una ardúa, larga y complicada lucha por la INDEPENDENCIA de España, en el fondo, y casi sin saberlo, por la LIBERTAD, tal y como concluyó en una primera fase con las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.
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